2018

Le Phénix

símbolo de la eternidad.

Bautizado en la Antigua Grecia por su color, el rojo sangre. Este fascinante animal imaginario ha perdurado en el tiempo y las culturas. El motivo es sencillo, es el símbolo de uno de los mayores anhelos de la humanidad: la inmortalidad.

Rojo sangre, rojo como las ascuas del fuego del que siempre renace y rojo, también, como la uva y su néctar.

Cual ave fénix, la viña es un eterno recomienzo. Y, sin embargo, en cada ciclo, el regalo que nos concede es siempre diferente. Y en algunas ocasiones, de un valor extraordinario.
2018 es una de esas añadas excepcionales que parecen dominadas por su propia fuerza vital.

Ese año, las condiciones climáticas provocaron la duda y la preocupación hasta bien entrado el mes de julio. La omnipresencia, la obstinación y el rigor diario permitieron superar estas dificultades. De pronto, la situación dio un giro drástico, a los obstáculos les siguieron unas condiciones excepcionales, las uvas pudieron madurar sin padecer los quebrantos del sol abrasador, y como el fénix que resurge de sus cenizas, 2018 dio lugar a una cosecha tan improbable como generosa y magnífica.

Para celebrar los azarosos caminos por los que discurre la naturaleza, caminos por los que el tiempo lineal se entrega al eterno retorno, tan apreciado por el mito, se han marcado todas las botellas de esta memorable añada con la figura de la legendaria ave, símbolo de la eternidad.

Cosechas míticas

2018LE PHÉNIX

2014"L'indien"

2012"Le Premier"

2005"L'impétueux"

2000"L'équilibre"

1996

1992

1985

1953

1899

˙

Esta cosecha también forma parte de las grandes añadas bordelesas. En Angélus, fue coronada por las excepcionales notas de los críticos y las alabanzas de todos los profesionales. La armonía, el equilibrio entre potencia y frescura así como la precisión aromática caracterizan esta cosecha sin parangón.

2000 alía la magnificencia de una cosecha excepcional con la magia de la llegada del nuevo milenio. Es la cosecha de todos los superlativos. El vino presenta deslumbrantes frutas, una boca amplia, una maravillosa concentración y una perfecta estructura tánica...

Château Angélus adquiere la clasificación de Premier Grand Cru Classé “B” de Saint-Emilion. Los vinos, de colores intensos, desarrollan aromas de licor de casis y cuero. La boca es densa, potente, con una estructura precisa. Esta cosecha presenta toda la complejidad de las grandes añadas clásicas.

Es en los años difíciles cuando los grandes terruños expresan su diferencia, por no decir su supremacía. En 1992, a pesar de una climatología complicada y gracias a unos cuidados intensos aportados al viñedo, Angélus supera el reto de hacer un gran vino que se convertirá en un referente del viñedo bordelés. Una capa oscura como la tinta, una nariz de frutas negras, regaliz, tabaco y notas de sotobosque, una boca amplia y aterciopelada y unos taninos densos y equilibrados seducen en la cata.

Hubert de Boüard de Laforest toma las riendas de la propiedad. Por primera vez, toma él solo las decisiones tanto en las viñas como en la bodega. 1985 es, por lo tanto, la cosecha de la puesta en práctica de sus primeras reflexiones sobre la adaptación del trabajo del viñedo y la vinificación a las características de cada cosecha. En esta primera vez, reconoce haber tenido la ayuda de la naturaleza que le prodigó unos suntuosos Merlots. La cosecha de 1985 es muy aterciopelada y seductora. Posee un aspecto tostado con deliciosas notas de tabaco.

Esta gran cosecha fue vendimiada del 29 de septiembre al 17 de octubre, tal y como lo relatan las notas encontradas en los cuadernos de vendimias de Jacques y Christian de Boüard de Laforest. De forma excepcional se abren algunas de estas botellas en la propiedad. En dichas ocasiones, se ha podido constatar que estos vinos poseen una nariz siempre expresiva, mezcla de tabaco, confitura de naranja e higo, y una estructura todavía presente sustentada en una agradable frescura.

Se trata de la botella más antigua de la bodega de Angélus. Reina sobre todas las demás, en calidad de guardiana del pasado de la propiedad y de hada madrina benevolente de su “descendencia”.